Literatura de 1er año

"Esa... esa no soy yo" de Alma Maldonado

Otra mañana, otro día más. Al posar mis pies sobre el frío suelo, ya sentí ganas de volver a recostarme en mi cama. No soy de esas personas que se levantan con mucha energía, aunque sinceramente nunca tengo energía, pero diré que mi falta de actitud a la mañana es por el sueño. Me levanté y me dirigí al baño, hice lo que tenía que hacer, me lavé las manos, y justo cuando iba a prender la ducha para darme mi baño mañanero de todos los días, sentí una mirada de más, pero no cualquier mirada, sino una que me puso incómoda. Era una mirada fría, pero decidí seguir como si nada. Cuando terminé de ducharme, limpié mi espejo, que estaba lleno de vapor, ya que mis baños nunca fueron ni fríos y mucho menos rápidos. Luego me miré y me analicé como siempre lo hacía. Vi algo que me dejó paralizada y no, no era mi aspecto. Cuando vi en el espejo a mi supuesta yo, ella me dedico una mirada cálida y me sonrió, gesto que yo no estaba haciendo de mi lado del espejo. Empecé a hacer distintas cosas para comprobar que no éramos la misma, para comprobar que mi yo, la que estaba parada frente al espejo, no era aquella que estaba detrás de este. Como había supuesto, la que estaba detrás del espejo hizo gestos distintos a que yo estaba haciendo. Es más, la que estaba ahí empezó a reír como si todo estuviera bien. Empecé a frotarme los ojos porque pensaba que tal vez estaba soñando. Luego pensé en que la noche anterior había tomado algunas pastillas antidepresivas y otras para dormir y que seguramente estaba alucinando gracias a esa mezcla no muy sana. Atemorizada, salí del baño y fui al espejo de mi habitación donde también mi otra yo me sonreía con compasión. Empecé a temblar, tenía miedo de verdad. Mi última opción era mi espejo de la sala. Cuando me reflejé en él, tampoco era yo misma, sino que ella era igual a mí físicamente, pero no era yo, no era yo. En ese momento recordé que tenía que salir de mi casa, iba a llegar tarde a mi trabajo. Luego volví a verme o mejor dicho, a verla, ella seguía sonriendo y mirándome como si nada, como si todo fuera de lo más normal. No negaré que tenía mucho miedo, pero la chica del espejo me pidió que me acercara, así que posé mi oreja en el espejo y escuché las siguientes palabras: ¨nunca te dejaré y tú nunca me dejarás, quieras o no somos una y eso nunca cambiará, querida¨. Me dio un escalofrío, no sabía con qué estaba tratando. Volví a mirarme una vez más en el espejo antes de salir, pero esta vez la chica me miraba con miedo, lo cual causó cierta inquietud en mí, pero cuando miré sus supuestos labios, stos estaban sellados. Había algo o alguien más que me acompañaba, no sé qué es, pero me asusta, me asusta mucho más de lo que se pueden imaginar.

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"Sonidos atrapados en la oscuridad" de Catalina Isasa

La gente se quejaba mucho de un ruido que provenía de una casa abandonada, así que un hombre cansado de este, decidió ir a investigar. La puerta no estaba cerrada con llave, por lo que entró con más facilidad. Al ingresar, inspeccionó todo el lugar y se dio cuenta de que el ruido provenía de un sitio en específico: el ático. Cuando subió, se encontró con un cuarto sucio y lleno de cajas. El ruido sonaba más fuerte cada vez que se acercaba a cierta parte de la pared. Encontró un punto en el que se oía incluso más, así que decidió romper el ladrillo. Detrás de la pared se encontró con una vieja puerta, la cual estaba trabada. Decidió abrir una de las cajas que estaba por allí para ver si podía encontrar algo que le sirviera para destrabarla. En una de las cajas encontró una silla y con esta derribó la puerta. En el misterioso cuarto no había nada ni nadie, exceptuando un baúl del que provenía este extraño ruido. Cuando lo abrió, de allí empezó a salir un humo negro y detrás de este, una luz verde. El hombre se dio cuenta de que el baúl no tenía fondo, entonces decidió meter su mano. Sintió que algo lo estaba tirando, pero no tenía mucho tiempo para pensar, porque se cayó dentro del baúl y se desmayó. Cuando se recompuso, estaba en un cuarto, en otra dimensión en donde todo era muy oscuro, con pasillos con luces tenues. Decidió ir por el pasillo del medio y una luz comenzó a parpadear. Llegó al final. Con mucho miedo abrió la puerta y se encontró con un hombre de dos cabezas, quien al juntar sus manos, hacía ese extraño ruido. Se miraron mutuamente y nuestro protagonista se asustó aún más. Cerró la puerta y salió corriendo. El hombre no encontró la salida y se perdió en un laberinto de pasillos. El monstruo lo encontró y no tuvo escapatoria…— le contaba la abuela a su nieto, que estaba intrigado por la historia de la casa que estaba siendo demolida.

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